Las hernias discales son muy conocidas en la población. Las personas que saben que tienen hernias discales se convierten en constantes cuidadores de su espalda y, con cada actividad que hacen, tienen un especial cuidado de no dañarla. Pero, ¿qué son las hernias discales? Bien, comenzaremos hablando de las vértebras. Las vértebras son cada uno de los huesos que conforma nuestra columna vertebral. Estas vértebras nos proporcionan sostén y protegen a la médula espinal, una parte muy importante de nuestro sistema nervioso. Las vértebras están separadas por discos intervertebrales. Son como unas almohadillitas que sirven para amortiguar la carga y transmitirla correctamente. Debemos imaginarnos estos discos intervertebrales como pequeños colchones de agua, en los que la parte interior es más líquida (como un gel viscoso) y la parte exterior es más fibrosa y protege el contenido viscoso.
Una vez aclarado esto, ya podemos entender lo que es una hernia discal. Las hernias se producen cuando se rompe la parte fibrosa exterior y el gel de dentro de nuestro colchón se tiende a salir hacia afuera. Esta es la fase más avanzada de la degeneración discal. Primero podemos encontrar discos abombados, protusiones en las que la parte fibrosa se debilita y el gel interior se desplaza hacia un lado y, por último, esta temida hernia.
¿Qué debes saber con respecto a las hernias? La imagen que nos generamos en la cabeza al imaginarnos un gel viscoso saliéndose de su sitio y presionando aquí y allá nos puede dar la sensación de que las hernias son siempre muy dolorosas. Sin embargo, no tiene por qué ser así. De hecho cada vez hay más estudios que demuestran que a partir de cierta edad, es muy normal tener alteraciones en los discos y eso no significa sufrir dolor. ¿Analizamos uno de esos estudios?
Vamos a coger un estudio (1) en el que hacen pruebas de imagen o “fotos” (RMN) a las zonas lumbares de personas que no tienen dolor. ¿Qué es lo que se encuentra? La presencia de degeneración discal en personas sin dolor aumenta desde un 37% en personas de 20 años a un 96% en personas de 80 años. El abombamiento del disco aumenta de un 30% en personas de 20 años a un 84% en personas de 80 años. La protusión discal aumenta de un 29% en personas de 20 años a un 43% en personas de 80 años. La presencia de hernias aumenta de un 19% en personas de 20 años a un 29% en personas de 80 años. Recordemos que estos hallazgos son todos en personas sin dolor.
¿Qué nos quiere decir todo esto? Que si un día nos duele la espalda y vamos al médico a que nos hagan una “foto” es muy muy probable que se encuentren alteraciones en el disco y que esas alteraciones no sean las culpables de mi dolor actual, sino que sean hallazgos casuales.
¿Cuándo sí parecen culpables? Cuando tenemos un dolor de tipo radicular (consultar el post anterior sobre la ciática), cuando tenemos pérdida de sensibilidad y fuerza en la extremidad correspondiente (la pierna si es hernia lumbar, el brazo si es cervical). En esos momentos sí que esa hernia puede estar inflamando e irritando la raíz nerviosa. ¿Cuál es la buena noticia? En muchas ocasiones, si se consigue controlar el dolor en la primera fase (2-4 semanas) no será necesario el tratamiento por medio de cirugía. Ya que la inflamación disminuye, el nervio deja de estar irritado e, incluso, se ha descrito un fenómeno en el cual la hernia lumbar es capaz de reabsorberse en un porcentaje de alrededor del 60% de los casos.
¿Sabías que era normal tener alteraciones en los discos de nuestra columna vertebral? Y aun mejor, ¿sabías que las hernias pueden reabsorberse?
- W. Brinjikji et al. Systematic Literature Review of Imaging Features of Spinal Degeneration in Asymptomatic Populations http://www.ajnr.org/content/ajnr/early/2014/11/27/ajnr.A4173.full.pdf